martes, 29 de enero de 2013
Pez
Era una extraña especie, sin duda sin igual
en vez de nadar, flotaba de una esquina a la otra
todo el día
flotando
de su planta de plástico a la pared de cristal con el filtro de agua.
Perla pensaba que era aburrimiento
así que fue a la tienda.
Un día, Pez despertó observando una figura hermosa
de largas, delicadas y bellas aletas
escamas brillantes
de colores que sólo se encuentran en el amanecer.
Pez se inquietó.
Se escondió detrás de su planta de plástico, haciendo que su nuevo acompañante también buscara refugio.
Le susurró preguntando quién era.
(Los peces se comunican en susurros inaudibles para los oídos humanos)
No hubo respuesta.
Pez salió del cobijo de su planta.
Su nuevo acompañante también.
Una vez más, Pez se hipnotizó con su exuberante belleza.
Le susurró - Ven, quiero besarte -
Su nuevo acompañante también le dijo algo, pero no se escuchaba nada.
Pez se acercó, con mucho temor.
Su nuevo acompañante también.
Pez se intimidó, su nuevo acompañante le dirigía miradas exhaustivas y examinantes.
Pensó - Va a reconocer mis carencias, no tengo su belleza -, igual sonrió al verle a los ojos.
Su nuevo acompañante también le sonrió.
Pez pensó - Una sonrisa tan cálida y amorosa sólo puede provenir de los sentimientos más puros, ¡me quiere! No, ¡me ama! -
Pez nadó, al fin nadó.
La distancia para llegar a esa angelical figura era infinita, pero sus ganas eran más fuertes.
Sus aletas aleteaban como nunca.
Sus agallas
nunca
habían
tenido
tal actividad.
La anticipación de ese beso correteaba en emocionantes impulsos nerviosos.
Pez se sentía como un delfín.
No, ¡una orca!, ¡una magnífica ballena!
¡Gigante!
¡Imponente!
¡Supremacía del océano!
Pez se preparó para el abrazó, su nuevo acompañante también estaba nadando hacia su encuentro.
Sí, era amor, eso era amor.
Cuando ya estaba a una pulgada del exquisito beso, se golpeó con una extraña pared, dura y transparente.
Del otro lado aguardaba su dulzura, con la misma confusión.
Intentó abrazarle
Chocó
Intentó besarle
Chocó
Intentó
Chocó
Intent...
Chocó
Ya no pensaban en nada, sólo chocaban.
Los dos
unidos por un hilo de amor, chocaban sin poder consumarse.
Perla, quien estuvo presente en todo el proceso, se preocupó al ver que su pequeño y adorado pez podía hacerse daño. Sin prisa, pero sin pausa, se quitó los anillos y sumergió sus manos en la pecera. Había que remover el espejo.
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